domingo, 21 de mayo de 2017

Sora III: recintos fortificados.

Tercera y última entrada sobre el castillo de Sora. En diciembre y enero hablamos de algunas de las partes más espectaculares y llamativas del castillo de Sora, en primer lugar sus dos torres defensivas de época islámica y la torre del homenaje, datable en época medieval cristiana en gran parte, aunque con modificaciones renacentistas en el siglo XVI. 

Pero ésta impresionante fortaleza también guarda otros interesantes vestigios dignos de una tercera actualización. El conjunto estaba formado por tres recintos: el recinto superior, del que ya hemos hablado, se encuentra sobre un escarpado montículo formado por paredes verticales fruto de la erosión. Es el punto más elevado del terreno, por lo que sus dimensiones son bastante reducidas, y en él, como es lógico, se edificó la torre del homenaje, además de un edificio anejo, seguramente la iglesia del castillo. Se encuentra a su vez dentro de otro recinto más extenso. 

Vista de la fortaleza desde el camino de acceso (cara norte)


El recinto inferior está compuesto simplemente por una pequeña muralla que tendría una forma de “L” puesta boca abajo, con el tramo corto mirando hacia el este y el tramo largo hacia el norte. Domina el camino de acceso que serpentea por la ladera norte hasta la entrada del dispositivo. Es una muralla de escasa altura y grosor, pero bastante larga, bien conservada y hecha de sillares bien trabajados. Como la ladera norte es bastante empinada, no fue necesario construir una muralla demasiado alta, no debió de superar los dos metros, está hecha de un muro sencillo y estrecho, y por lo tanto carecería de un camino de ronda en su parte superior, las siete pequeñas ventanas que todavía se pueden apreciar a lo largo del muro debían de bastar para defender una fortaleza natural tan escarpada. Estas siete pequeñas aspilleras se encuentran todas a una distancia similar entre sí, y todas quedan a la izquierda de la puerta de entrada, si nos situamos mirando hacia ésta desde el interior del recinto.

La muralla del recinto inferior, con sus troneras y a la izquierda la puerta en arco de medio punto


La puerta se encuentra muy cerca del ángulo de la muralla, por lo que las ventanas a la derecha de la puerta, si las hubo, debieron ser dos a los sumo; es difícil averiguarlo porque este tramo entre la puerta y el ángulo es el que peor se ha conservado. En la cara este de la muralla, a pesar de sus pequeñas dimensiones también encontramos las jambas de una puerta y otras tres pequeñas ventanas o troneras.

El recinto inferior en su parte más ancha. A la izquierda la puerta norte y en el centro la puerta este. Detrás de ella, al fondo la torre islámica maciza. A la derecha la muralla y torres del recinto intermedio y finalmente la torre de la celoquia


Este recinto inferior sólo tiene muralla en dos de sus lados por una sencilla razón: el recinto está cerrado al sur por un impresionante precipicio fruto de la erosión natural. Conforme avanzamos hacia el extremo occidental de la fortaleza el cortado se va acercando al muro y el espacio del recinto se va haciendo más estrecho, hasta acabar en un impresionante espolón rocoso en forma de proa de barco con precipicio a ambos lados. 

La puerta, cerca del recodo de la muralla y detrás los restos de una de las torres del recinto intermedio


Lo mismo que un barco de guerra ha de tener un castillo de proa para su mejor defensa, la “proa” del castillo de Sora se asoma al mar de cereal de las Bajas Cinco Villas rematado por un inaccesible montículo de piedra sobre el que todavía se aprecian los restos de una construcción de ladrillo, seguramente alguna torre. 

Imagen de la muralla tomada desde la puerta. Al fondo, el espolón sobre el que se alzó alguna atalaya

Sobre la "torre" natural del primer plano se debió de erguir otra torre hecha por la mano del hombre, a juzgar por las pocas hiladas de ladrillo que todavía se pueden ver desde la muralla

En cuanto a la puerta de entrada a este recinto inferior, podemos decir que es su elemento más llamativo, por su buen estado de conservación, sus dimensiones (bastante más alta y gruesa que la muralla) y por su privilegiada situación. Conforme ascendemos hacia lo alto del castillo podemos ver el cielo azul recortado en el interior de la luz de la puerta, ya que detrás de ella no hay ninguna vegetación, ni roca natural o artificial que se interponga entre nuestra vista y el cielo. El arco de la puerta que mira al norte es un arco de medio punto formado por grandes dovelas, probablemente del siglo XVI, mientras que la puerta del lienzo oriental ha perdido el arco. La puerta norte da al terraplén algunos metros por encima del camino de subida, por lo que es bastante difícil hoy en día ingresar en la fortaleza a través de ella. Es posible que esto se deba a los cambios en el terreno y que este se haya vuelto más inaccesible en esta parte con el paso de los años; pero M. Menjón aventura que es posible que la verdadera puerta que ejerciera como tal fuera la del este y que esta bella portada norte se construyera a principios de la Edad Moderna con una función sobre todo ornamental (p.102). No olvidemos que esta puerta se puede ver a gran distancia y sobre todo durante todo el recorrido de ascenso hacia el castillo, mientras que la puerta este se encuentra mucho más “escondida”. 

La puerta oriental del recinto bajo (defendida también por troneras) debía de ser por la que se realizaba el acceso, mientras que la que mira al norte debía de ser ornamental, a juzgar por su situación


Casi pegado al recinto inferior se encuentra el recinto intermedio, al sureste. Antes de continuar hemos de puntualizar que en este blog llamamos recinto intermedio a lo que Marisancho Menjón denomina recinto superior. Esto es debido a que nosotros hemos llamado tercer recinto a la pequeña plataforma sobre la que se asienta la torre del homenaje o de la celoquia, mientras que Menjón no la ha considerado digna de tal denominación, probablemente debido a su modesta extensión o a la ausencia de muros artificiales de cierre.

Captura de imagen de Google Maps, en la que se distinguen claramente el recinto inferior a la izquierda y las distintas construcciones del superior e intermedio a la derecha


Sea como fuere, este espacio fortificado que hemos venido a denominar recinto intermedio estaba guardado por al menos dos torres de época medieval cristiana o moderna al oeste y una islámica al este (de la que hablamos en “Sora I”). La más occidental solamente conserva uno de sus muros, con una gran ventana abierta seguramente en época moderna, que le privaría de parte de su valor militar, pero que haría de la estancia del primer piso un lugar mucho más luminoso. La cara exterior de este único muro de la torre ha perdido sus sillares exteriores debido al desgaste del terreno sobre el que se asienta, por lo que presenta un aspecto bastante irregular, paradójicamente es la cara interior la que conserva mejor su aspecto original. Si la vista in situ de los restos no nos deja totalmente claro ante qué tipo de edificio nos encontramos, una vista aérea o a través del SigPac o de Google Maps disipa todas nuestras dudas, ya que se aprecia claramente desde el aire un cuadrado perfecto en este lugar.

Torre oeste y otras defensas del recinto intermedio. Al fondo, la cresta rocosa donde se situó la torre más occidental de toda la fortaleza. Fotografía tomada desde la plataforma superior, en la zona de la capilla o iglesia


Siguiendo hacia el este encontramos otra estructura que destaca entre los restos de muralla (bastante peor conservados que los de la muralla del recinto inferior); se trata de una pequeña estancia abovedada de ladrillo, abierta hacia el interior de la fortaleza y que con toda probabilidad corresponde a un pequeño cubo de la muralla como bien apunta Menjón (páginas 43 y 44). A la altura de este cubo, pero en el exterior del recinto se aprecia un contrafuerte de piedras reforzado y reconstruido con una curiosa amalgama de ladrillo y otros materiales que también podemos ver en otras partes de la fortaleza. A partir de este punto el muro de cerramiento se va degradando hasta casi desaparecer en la zona entre el actual (y seguramente también antiguo) acceso y la torre datable en el siglo X, pero parece evidente que la muralla debía de llegar cuanto menos hasta ésta. 

Posibles restos de un torreón con estancia abovedada hacia el interior de la fortaleza


La última estructura de la que vamos a hablar es también una de las más interesantes. Toda fortaleza de grandes dimensiones y que estuviera habitada permanentemente debía tener asegurado un suministro o reservas importantes de agua, mediante un pozo y/o un aljibe. El aljibe de Sora se encuentra en el interior de este recinto intermedio, pegado por uno de sus lados a la plataforma donde se encuentra el torreón y la iglesia, justo debajo de ésta.

Cámara rectangular con sendas entradas en los lados cortos y desde donde se accede al aljibe


Es un aljibe de piedra subterráneo y con bóveda, dotado de una especie de antecámara rectangular en la superficie, que debió de estar techada y que cuenta con dos aberturas en sus lados estrechos. Esta cámara tiene una altura muy escasa y al interior conserva restos de enlucido y pintura roja hasta la mitad de su altura aproximadamente y blanca-amarillenta en el resto. El interior del aljibe propiamente dicho es hoy por hoy casi inaccesible y se encuentra lleno de basura y bidones abandonados, a juzgar por lo poco que podemos ver a través de la pequeña entrada que se encuentra justo en medio del suelo de la antecámara. 

Interior de la estancia de acceso al aljibe, con restos de enlucido y pintura rojiza


Menjón considera “del todo probable” (p. 36) que este aljibe y quizá también la cámara que lo guarda sean de época islámica. Sin acceder al interior no podemos asegurar al cien por cien que la fábrica actual del aljibe sea islámica, pero desde luego tuvo que haber uno en éste lugar durante el dominio musulmán. 

Boca de entrada al aljibe. Esperemos que algún día se pueda acceder a él para limpiarlo y estudiarlo


El castillo de Sora es uno de los grandes olvidados del patrimonio aragonés; el libro que ha servido de referencia principal para las tres entradas de este blog (1) es un buen paso para rescatarlo de ese olvido, y con ello quizá también de la ruina total. También se ha interesado por esta fortaleza la Asociación de Amigos de los Castillos de Aragón que ha elaborado una ficha catalográfica para su completísimo Inventario de Fortificaciones Aragonesas (2). La rigurosa y prestigiosa web www.romanicoaragones.com, muy recomendable por cierto para acercarse al patrimonio cincovillés, hace tiempo que dedicó una pequeña entrada a esta fortaleza, con media docena de fotografías a distancia de teleobjetivo y breve texto histórico, expresando el autor su intención de hacer una entrada más extensa en un futuro. Esperamos que cumpla algún día su deseo y nos regale a los lectores uno de sus interesantes artículos (3). 

Plataforma superior con la torre del homenaje y a su misma la ermita o capilla del castillo, justo debajo de esta, pero en el recinto intermedio, estancia de acceso al aljibe


La Administración autonómica, como no podía ser de otra forma ha reconocido Sora como Bien de Interés Cultural (4), pero la mera protección pasiva no sirve de mucho sin una dotación económica aunque fuera con cuentagotas y año a año para llevar a cabo las actuaciones más urgentes. El castillo pertenece todavía hoy a los Duques de Villahermosa, sin la colaboración o al menos la autorización de sus dueños legales cualquier actuación de restauración o de excavación arqueología se convierte en una tarea prácticamente imposible.

Bibliografía:

(1) MENJÓN, MARISANCHO, El castillo de Sora. Fortaleza principal de las Cinco Villas. Zaragoza, IFC-DPZ, 2011.
(2) CLÚA MÉNDEZ, J.M. et al. (2016), Sora, Inventario de fortificaciones aragonesas, nº C.V. 1, Zaragoza, Asociación para la Recuperación de los Castillos de Aragón.
(3) GARCÍA OMEDES, A. Castejón de Valdejasa. Castillo de Sora. www.romanicoaragones.com (última consulta 21/05/2017).
(4) Boletín Oficial de Aragón, 22 de mayo de 2006ORDEN de 17 de abril de 2006, del Departamento de Educación, Cultura y Deporte, por la que se aprueba la relación de Castillos y su localización, considerados Bienes de Interés Cultural en virtud de lo dispuesto en la disposición adicional segunda de la Ley 3/1999, de 10 de marzo, del Patrimonio Cultural Aragonés.

Fotografías: del autor.

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